jueves, 1 de febrero de 2007

Sofía es una ninfómana. No sé si ella lo sabe, pero yo lo tengo claro. La otra noche, despues de corrernos los dos, (ella un par de veces) siguió cabalgando sobre mi polla sin parar, como si estuviera poseida por su sexo. Mi polla dejó de estar dura y se convirtió en un pedazo de carne inerte, pero a Sofía no le importaba. Ella seguía follandome, mirando al cielo y gimiendo sin parar. Yo notaba como sus jugos mojaban por completo el vello de mi pubis. Sus golpes de cadera, en algún momento incluso me hacían daño, pero no quería que parara. Quería verla disfrutar. Quería que se corriera las veces que necesitara. El sudor empezó a mojar su piel. Sus manos se apoyaron en mis hombros. Mi polla empezó a recuperarse dentro de Sofía. Ella no paró hasta que me corrí por segunda vez y le tuve que pedir que dejara de follarme de aquella manera. Los potentes golpes de su cadera se me hicieron insoportables. Fue una noche de sexo salvaje. Sofía quería más, pero mi polla necesitaba una tregua. Mis manos y mi lengua la sustituyeron. Estoy deseando volver a quedar con ella.

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